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Concentración de mineros |
Ángela Vallina
Diputada y portavoz de IU en la Junta General del Principado de Asturias
Ex-eurodiputada
Hablar de descarbonización, de ecología, de sostenibilidad no tiene sentido se no se hace, antes, garantizando los derechos de la población y los territorios que se van a ver afectados por esos planes que, sobre el papel, se presentan como la panacea a todos los males, presentes y futuros, pero que en la práctica suponen un ataque a las clases trabajadoras.
Asturias ha sido uno de los territorios en los que más impacto ha tenido el proceso de descarbonización y, también, antes, el modelo industrial basado en ese combustible, en forma de contaminación, pero también de afecciones a la salud, cuantificables en una esperanza de vida menor a la media nacional o con la prevalencia de algunas enfermedades ligadas a la polución y a las actividades extractivas.
Nadie en Asturias ha defendido el mantenimiento del carbón de espaldas a cuestiones de vital importancia, como la degradación ambiental -que sufrimos en primera persona-, o al calentamiento global. Desde IU Asturias, por el contrario, hemos entendido la necesidad de tomar medidas para favorecer ese cambio de modelo productivo y energético. Frente a los que nos han querido situar en una posición de aldea gala, ajena a los cambios necesarios para todo el planeta, obviando que la asunción de los postulados integristas medioambientales suponía sacrificar no a un sector productivo concreto sino a territorios enteros, es necesario aclarar algunas cuestiones importantes que evidencian la falta de solidaridad para con las clases trabajadoras de Asturias y otras Comunidades Autónomas, especialmente afectadas y que llegó, además, con un apoyo, consciente o inconsciente, a intereses ajenos a la mayoría y, en algunos aspectos, claramente favorecedor de gran capital y los conglomerados de las eléctricas.
La Unión Europea fijó un horizonte inicial para el fin del carbón en 2050, primero y 2030 después. En España, las decisiones del PP y del PSOE adelantaron en más de una década este último año sin haber, antes, garantizado una transición justa, con un cambio en el modelo productivo que asegurase el empleo.
Izquierda Unida de Asturias llevó a la XI Asamblea de IU Federal una resolución en defensa del carbón y por una descarbonización justa que fue aprobada por una gran mayoría.
Sirvió de poco, a la vista de lo que sucedió después, con el abandono de los territorios mineros y de aquellos otros cuya economía dependía de este mineral, bien en la extracción, bien en la producción de energía. IU Federal no solo hizo caso omiso a ese acuerdo aprobado por el máximo órgano de toma de decisiones, sino que fue más allá para situarse claramente frente al mismo.
Mientras que en Alemania se han vuelto a abrir minas y hasta alguna central térmica, con un acuerdo para atrasar hasta 2030 el fin del uso del carbón, aquí, IU Federal quiso situarse en la cabeza de un proceso sin antes plantear la necesidad de soluciones para paliar las consecuencias de ese cambio de modelo productivo, abanderando posiciones contrarias a sus propias resoluciones.
El ecologismo de salón que tantas veces se practica cuando se está alejado de los territorios, se vio, además, favorecido con la integración en listas comunes de IU y Podemos al Congreso de los Diputados, con la desaparición de representantes por Asturias de nuestra formación en las Cortes, lo que supuso, además, un silencio total para cualquier llamada de atención que sobre la descarbonización y el modelo energético se planteara desde el Principado.
De hecho, la diputada de Unidas Podemos por Asturias ha sido la gran ausente en estos años en la defensa de una transición justa, o de la declaración del sector electrointensivo como estratégico, algo imprescindible para garantizar la su competitividad y asegurar su futuro en el contexto europeo. Su silencio ha sido tan elocuente como la incapacidad para defender en el territorio unas posiciones que se adoptaban de espaldas a la realidad de unas comarcas degradadas y a las que se abocaba a un futuro sin futuro.
Lamentablemente, IU Federal ha terminado por situarse en los mismos parámetros de desdeño a las necesidades de un territorio que ya en su momento practicaron PSOE y el PP, y después Podemos, renunciando incluso a lograr un proceso gradual y justo en la transición energética.
El planteamiento ha sido tan integrista que la sensación es que se pretendía hacer del eslogan turístico Asturias Paraíso Natural una realidad en la que, al igual que el edén se vacío de cualquier humanidad, aquí, se declaró prescindibles a los propios habitantes de Asturias, condenados a la emigración ante un modelo energético, económico y productivo que los expulsa sin que se aprovechara el calendario para la transición acordado por la Unión Europea y sin ofrecer alternativas que permitan esa transición al nuevo modelo.
Si a lo largo del siglo XX se condenó a Asturias y otros territorios del Estado altamente industrializados a un desarrollo conseguido a costa de un altísimo impacto ambiental y para la salud, la consecución de un nuevo modelo más sostenible se vuelve a realizar con otra condena, en este caso, al desempleo y la emigración.
Frente a esas posiciones, la necesidad de lograr una transición energética justa se ha limitado a un planteamiento de cierres de minas y centrales térmicas sin importar el precio en lo tocante al desmantelamiento del tejido productivo.
Y, a pesar de este desastre en el análisis y la acción política, creemos que todavía quedan resquicios para poder evitar el desastre, ofreciendo alternativas para Asturias y otros territorios en circunstancias parecidas. Para ello, es necesario revisar la deriva de los últimos años, reconocer la deuda histórica que existe para con esas comarcas altamente sacrificadas y, a partir de ahí, diseñar planes de desarrollo ligados a las líneas europeas para la transición, rechazado cualquier pérdida de empleo o de actividades sin antes haber logrado soluciones para su remplazo.
Fiar la gestión al propio sector -como parece que se ha pretendido por el Gobierno Central, permitiendo la toma de decisiones unilaterales sobre el horizonte de funcionamiento, por ejemplo, de las plantas de producción térmica- sólo se entiende en la clave neoliberal más extrema, en lo que no deja de ser un atajo para la aparición de populismos en territorios abandonados a su suerte.
La izquierda, e IU como una organización de clase, no podría justificar seguir callada y cómplice con unas decisiones tan injustas e innecesarias en su temporalización.