Julián Azevedo
El modelo productivo que ha dominado la economía española a lo largo de la transición es un modelo perverso para el desarrollo sostenible del país. Es necesario un nuevo modelo, cuyos rasgos esenciales obligan a cambios políticos y económicos
Introducción
Desde el mes de marzo de 2020 las condiciones creadas por la pandemia del Coronavirus han originado una nueva situación económica, social, política y cultural, seguramente con importantes consecuencias ideológicas.
El modelo de capitalismo que se ha desarrollado en España, con su matriz neoliberal y su desarrollo clientelar, ha mostrado su ineficiencia para impulsar el avance social y para garantizar la vida razonable de las personas, e incluso su muerte digna. Esto se ha vuelto evidente no sólo en la teoría, también en la experiencia cotidiana de millones de personas. Ante la crisis planteada, la mano oculta del mercado se ha quedado paralizada y sólo parece asegurar el beneficio de delincuentes sociales y aprovechados.
Una vez concluida la emergencia sanitaria, comenzará la reorganización social y económica. No cabe duda que la derecha económica y política, con el apoyo de los medios de comunicación que controla, intentará orientarla en favor de sus intereses, como se hizo en la crisis de 2008.
Pero estamos convencidos de que la conciencia social ha cambiado. Una ventana de oportunidad se abre para que las fuerzas que alientan el progreso y la superación de la explotación humana consigan impulsar políticas coherentes con esos objetivos. A condición de que la izquierda no renuncie a ello
Hoy la propuesta de un nuevo modelo productivo no puede ignorar lo ocurrido. Este trabajo intenta tenerlo en cuenta. Y considerarlo con una visión a medio y largo plazo y profundamente vinculado a los procesos de digitalización y robotización, y a las exigencias del cambio climático. Los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU siguen siendo también un marco de referencia.
Este documento se inscribe en la necesidad de que la izquierda encabece las alternativas en la tremenda lucha de ideas que se avecina y quiere ser una modesta contribución a ese esfuerzo.
Lo que tenemos
En España nos encontramos con un modelo productivo no solamente obsoleto sino perverso para el desarrollo económico. La enorme incidencia de la crisis del 2008 sobre el empleo tiene su explicación en ese modelo. La incapacidad de producir los bienes sanitarios que han sido necesarios ante la pandemia es hija del mismo problema. Pero tras la recomposición de la ganancia, ya producida en términos globales, el empresariado en general vuelve a recaer en las causas de la agudización de la crisis en España: la especulación inmobiliaria y el turismo de baja calidad. La recesión más que una amenaza será una realidad.
Este análisis puede parecer pesimista pero, por el contrario, como hemos dicho abre una ventana de oportunidad si las fuerzas progresistas se sitúan a la ofensiva. Y eso no es posible objetivamente con la mera recuperación de los estándares de 2007, ni políticamente y sindicalmente con su reivindicación. Ya entonces eran malos.
Es necesario, pues, proponer y afrontar la construcción de una nueva realidad económica y social. Contenido e instrumento necesarios (aunque no únicos) de y para esa nueva realidad (que podríamos definir frente a Estado de bienestar como “Estado de democracia económica y social basada en lo público”) es el desarrollo de un nuevo modelo productivo.
Ese nuevo modelo productivo (NMP) debe responder a la reivindicación de que las próximas generaciones vivan (en sentido pleno) mejor que las anteriores.
El NMP es mucho más que una mera asignación economicista de recursos a los sectores productivos. Debe ser punta de lanza de una política económica progresista pero también objetivo de la organización y la movilización política, sindical y social. Un escenario principal del debate y la lucha de ideas cuya consecución y desarrollo tendrán menor coste social si sectores capitalistas determinantes lo entienden como un pacto colectivo ganador-ganador.
El NMP debe anticipar las consecuencias de la robotización y la digitalización en los procesos de producción. Así mismo debe incorporar las exigencias de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus 169 metas asociadas, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas. También los objetivos de la reciente Cumbre sobre el Cambio Climático, debidamente purgados de su subordinación a los intereses mercantiles del capitalismo.
En el aspecto empresarial debe apoyarse en la prioridad del sector público, de acuerdo con lo establecido en el art. 128 de la Constitución Española, tanto en la inversión como en la propiedad y la gestión, cuya acción será la palanca fundamental para el cambio necesario. Debe asegurarse el papel de lo público específicamente en la ejecución de los derechos establecidos en la misma Constitución (sanidad, educación, vivienda, protección social, etc.) y en los sectores estratégicos de la economía (inversión, banca y seguros, energía, transportes y comunicaciones, farmacia, investigación estratégica, etc.). La economía social (debidamente regulada para asegurar su carácter) debe pasar a ser un polo importante, junto al papel fundamental del sector público, del NMP y contar con la garantía de su financiación eficaz.
¿Estará el capitalismo español dispuesto a acordar sobre un Nuevo Modelo Productivo?
En el aspecto legal, para consolidar el NMP debe modificarse el modelo de contratación y relaciones laborales. Un nuevo Estatuto de los Trabajadores priorizará la contratación indefinida y garantizará la democracia en el interior de las empresas y la repercusión del aumento de la productividad y de los beneficios en las condiciones esenciales del trabajo: disminución de la jornada y aumento de la retribución. Una nueva ley de Libertad Sindical establecerá los procedimientos de participación efectiva de los sindicatos en la definición de la política económica y en su control. Un nuevo Estatuto de la Función Pública recogerá estos derechos entre los trabajadores públicos.
Tras esta breve exposición, queda plantear el problema político central: ¿estará el capital español dispuesto a asumir la necesidad objetiva de un cambio de modelo productivo y, en consecuencia, a disponerse a ese acuerdo ganador-ganador con los trabajadores y trabajadoras y sus organizaciones? Sabemos que esta no es la última crisis del capitalismo, pero también que el capital dispone cada vez de unas peores condiciones objetivas para su recuperación. Ahora eso se está mostrando de forma más evidente. Y estamos “condenados” a lograr que los cambios sean con el menor coste social posible porque si no es así, el resultado será la barbarie.
Ese acuerdo implica también pactar que el proceso se desarrollará en un marco de lucha cultural por la hegemonía, de debate de ideas y de confrontación democrática de prácticas políticas. No hay otro futuro aceptable.
Los rasgos esenciales del modelo son:
a) Preponderancia de los sectores de la construcción especulativa y del turismo de escaso valor añadido. El primero se debe a la excesiva repercusión del suelo y a una tendencia social a dirigir el ahorro de las familias a la compra de la vivienda. El segundo se debe a que la apuesta por el turismo barato requiere de poca inversión para entrar en el negocio.
b) Reducción significativa de la industria. Aunque es preciso revisar la idea de que el capitalismo español es notoriamente subalterno y de que la economía española (la 4ª de la UE entre 28 países) es claramente secundaria. Muchas empresas españolas son punturas en importantes sectores económicos: banca y seguros, obra pública, energía, hostelería y turismo, ingeniería y asesoría, etc. Así mismo, hay que evaluar más precisamente la llamada desindustrialización de la economía española, tanto con una comparativa histórica (el peso de la industria española no superó nunca significativamente el 20% del PIB), como en la comparación con otros países, que es equivalente (salvo Alemania, 27,1%: lo es con Francia, 20%; Italia, 20,6%; Reino Unido, 22,8%, EE.UU., 19%; y España –fuente INE- 21,9%). Todo ello debe además considerar que las divisiones sectoriales agricultura/industria/ servicios son cada vez más cuestionables. Escasez relativa de multinacionales y de casas matrices industriales. El grueso del tejido son filiales, subsidiarias, delegaciones o empresas proveedoras, resultado de la externalización de procesos de otras más grandes foráneas o de necesidades de canalización de la distribución. Insuficiente peso del sector exportador. Generalmente se intenta más competir por el precio que por la calidad.
c) Escasa capacidad financiera y subordinación al mercado de capitales. Se trata de un problema estructural debido a una baja tasa de ahorro y a un recurso exagerado al endeudamiento. Además el inversor español suele tener una extrema aversión al riesgo y ser proclive a las inversiones a corto plazo y la rápida recogida de beneficios.
d) Dependencia tecnológica y gasto muy limitado en I+D+i. Derivada de la escasa predisposición del empresariado y del inversor español a invertir en proyectos con resultados a largo plazo.
e) Salarios muy bajos y poca o nula participación de los trabajadores en las decisiones empresariales.
f) Costes energéticos más elevados que los de nuestros vecinos europeos, derivados de un sector eléctrico oligopolístico y protegido.
g) Fiscalidad poco progresiva. Elevado fraude fiscal. Altos niveles de elusión fiscal. Excesivo peso de las políticas de subsidios.
h) Tolerancia social y política con la economía sumergida. Abanico de rentas excesivo incluso en términos capitalistas occidentales.
i) Escasa preocupación medioambiental, y a menudo banalización del problema por deficiente comprensión de muchos efectos del cambio climático.
j) Desregularización, privatización de las empresas públicas e incluso de los servicios públicos. Desprestigio social de lo público. No obstante, este proceso está siendo fuertemente cuestionado como consecuencia de la pandemia.
k) Elevada corrupción estructural y ocasional. Connivencia social con las corruptelas.
l) Un modelo de gestión empresarial poco eficiente. Aunque ha mejorado en su cualificación, en los momentos difíciles las mejoras de la productividad sólo se buscan en los despidos, y la patronal tiene una clara debilidad por el cortoplacismo y la especulación.
m) Debilidad de la inversión en capital productivo (sólo un aumento medio del 1% en los últimos 15 años). Debido a varias causas: necesidad urgente de reducir el endeudamiento de las empresas y saneamiento de balances, depresión de la demanda por los recortes sociales y los problemas con el crédito, competencia creciente de nuevas economías. Además en los años expansivos los recursos se dedicaron a la especulación, y en los primeros años de la crisis era muy difícil conseguir dinero.
n) Inadecuación de la Formación Profesional a la evolución del desarrollo económico y tecnológico. Una Formación que debe vincularse a las prioridades del nuevo modelo y más aún a las necesidades estratégicas del desarrollo sostenible que a las prioridades de empresas concretas.
La crisis fue muy mal analizada en España: dónde había una crisis sistémica, se hablo de mera crisis financiera
La crisis fue mal analizada en España: donde había crisis sistémica, se habló de mera crisis financiera; la crisis sistémica ha sido especialmente grave porque agravó la obsolescencia del modelo productivo y generó una extraordinaria destrucción del empleo, la más alta tras Grecia. Recuperada la tasa de ganancia en los principales sectores del capital, se vuelve a insistir en el desarrollo de la vivienda y el turismo. Pero en apenas 1 año, ambos sectores han mostrado sus limitaciones. Dialécticamente, este estancamiento abre una ventana de oportunidad para un nuevo modelo.
Objetivos del NMP
Los objetivos del nuevo modelo productivo se despliegan en un horizonte temporal de medio plazo, pero sus medidas iniciales deben comenzar a aplicarse en el marco temporal de la próxima legislatura.
Se pueden concretar en:
La creación de empleo digno y su retribución dignificante.Considerar el pleno empleo, digno y de calidad, como el eje determinante del nuevo modelo productivo con políticas de reparto del trabajo y producción sostenible. El concepto pleno empleo es inseparable de la reducción de la jornada laboral y la conciliación, entendida en sentido amplio. No se trata de más empleo, sino de empleo socialmente útil.
Un desarrollo económico y social compatible con los ODS propuestos por la Asamblea General de Naciones Unidas
Asegurar el derecho de toda la población a tener garantizados los recursos básicos para tener una vida digna.
Crear las condiciones para una estructura social desprovista de cualquier tipo de explotación.
El contexto político
El avance en la implementación de esta alternativa exige hegemonía social, capaz de fundamentar un poder político en condiciones de luchar firmemente contra el fraude fiscal y la economía sumergida (una de las consecuencias del modelo impulsado por la derecha económica y política) y aplicar una reforma fiscal que al menos sitúe la contribución fiscal en la media de la UE. El objetivo de ello es poder sostener en el tiempo políticas públicas capaces de hacer avanzar el nuevo modelo.
Requiere también introducir la democracia en la economía, desde la planificación sostenible del desarrollo hasta la gestión de cada empresa concreta. Defendemos la participación democrática de los trabajadores en la planificación económica y en la gestión de las empresas y desarrollar legalmente la exigencia de cumplimiento de los derechos subjetivos establecidos en la Constitución Española: derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la educación, etc.
Los objetivos del NMP desde una perspectiva progresista implican una recuperación de valores de izquierda en lo político y un cambio de cultura en lo socioeconómico. Es básico distinguir entre objetivos finales e intermedios, entre problemas políticos, sociales, económicos, técnicos, legales, medioambientales, etc.
La economía social, debidamente corregida, debe ser uno de los pilares del Nuevo Modelo Productivo
Tanto en los objetivos como en las propuestas sectoriales concretas, el debate político que consideramos necesario y proponemos desde este trabajo, debe ser concreto y preciso. Las propuestas demasiado amplias suelen servir de “coartadas dialécticas”. Es imprescindible el establecimiento de unos criterios claros de selección y priorización. Los recursos disponibles serán limitados, los intereses pueden ser contradictorios; si no hay ganadores y perdedores no habrá cambio de cultura ni de modelo productivo. Hay que concretar el discurso de “entender nuestros condicionantes y aprovechar nuestras características particulares, nuestras fortalezas y oportunidades”.
Prioridades
- Impulso de empleos dignos y estables frente a muchos y volátiles.
- Reorientación paulatina de la fiscalidad orientada al mantenimiento del empleo hacia la promoción de nuevas actividades.
- Garantizar la eficiencia y el desarrollo de los servicios públicos, con propiedad y gestión públicas.
- Opción de sectores emergentes e innovadores frente a sectores maduros y decadentes.
- Apoyo a sectores exportadores.
- Apuesta por las nuevas energías, el ahorro y el auto consumo. El NMP debe enfocar desde el interés general, democraticamente expresado, los desafíos de la reforma del modelo energético, del uso de los recursos naturales como el agua y de los retos del cambio climático.
- Fomento de alquiler frente a compra, de renovación frente a construcción.
- Fomento de turismo interior y desestacionalizado, y freno al turismo barato.
- Industria alimentaria y de calidad, consumo de proximidad, tecnología y sostenibilidad ecológica, básicamente en cuanto a agua.
- Apuesta por el diseño.
- Apoyo concreto al cooperativismo y la economía social.
- Búsqueda de mejoras de productividad y ahorro interno tanto por empresarios como por trabajadores, al margen de las de reducción de empleo.
- Fomentar el asociacionismo y la cooperación empresarial de las PYMES.
- Defender y desarrollar la protección social (incluida la atención a la dependencia), reforzar el sistema público de Pensiones, y el conjunto de la Seguridad Social (con especial referencia a la disminución de la accidentalidad laboral), y los servicios sociales.
En el establecimiento de estas prioridades habrá que cuidar los criterios de soberanía productiva de forma que, evitando cualquier imposición externa sobre el mercado, permitan un comercio internacional sobre bases justas y equilibradas. La pandemia ha mostrado la importancia de este matiz.